
Vuelve el ‘Choro’ Molina!
Ven a disfrutar junto a Antonio Molina "El Choro"!
Hay un momento en un tablao que lo detiene todo. No es un zapateado, no es un rasgueo de guitarra. Es un silencio. Y de ese silencio, nace una voz que no canta: grita, susurra, se rompe. Estás escuchando Cante Jondo.
Pero, ¿qué significa de verdad? Olvida las definiciones académicas. El Cante Jondo (o canto hondo, como también se busca) es el latido primario del flamenco puro, la verdad sin adornos. Y en Tablao Flamenco 1911, creemos que para sentirlo de verdad, primero hay que entender de dónde viene su herida.
El nombre no engaña: «jondo» viene de «hondo». Su origen no está en la universidad ni en el conservatorio. Nació en la calle, en la tierra, en la persecución, en el amor y en la muerte.
Es el eco de siglos de historia del pueblo gitano-andaluz, una mezcla única de lamentos bizantinos, salmos judíos y melodías árabes. Es la materia prima del flamenco tradicional.
Si hoy hablamos de Cante Jondo con este respeto, es en gran parte gracias a un hombre: Federico García Lorca. Él y otros genios como Manuel de Falla, preocupados por que el alma del flamenco se diluyera, organizaron el legendario Concurso de Cante Jondo de 1922.
El Poema del Cante Jondo, que Lorca escribió un año antes, fue su manifiesto. Para Lorca, este cante no era música, era «el temblor, la emoción, la herida viva». No se puede explicar mejor.
El Cante Jondo se expresa a través de varios palos flamencos. Para empezar a reconocerlo, basta con conocer sus tres pilares, tres formas distintas de nombrar el dolor:
La Siguiriya: Si la muerte tuviera sonido, sería una Siguiriya. Es el cante trágico por excelencia. Áspero, seco, brutal.
La Soleá: Es la soledad serena y majestuosa. Hay dolor, pero también una aceptación casi filosófica. Es la cumbre de la elegancia en el lamento.
El Taranto: Este es el cante jondo andaluz que huele a mina. Nació en la oscuridad de Almería, entre la fatiga y el polvo. Es un cante de esfuerzo, sin adornos.
No necesitas ser un experto. Tu piel te lo dirá. Pero si quieres una guía, la próxima vez que estés en un tablao de flamenco en Madrid, agudiza el oído y busca esto:
El Quejío: Ese “¡Ay!” inicial. No es un adorno; es una herida que se hace sonido.
La Letra: Olvida los estribillos. Son sentencias cortas, como cuchillos. Poesía popular en su máxima expresión.
El Cantaor: Mírale. Estará quieto, con los ojos cerrados, entregado. Toda su energía viaja por su garganta. No está actuando, está oficiando una ceremonia.
Maestros como Manolo Caracol o Antonio Mairena fueron algunos de los grandes cantaores de cante jondo que mantuvieron viva esta llama. Hoy, esa responsabilidad recae en los artistas que se atreven a enfrentarse a estos cantes cada noche.
Y para un arte tan puro, el escenario lo es todo. Necesita un santuario, no un plató. Un lugar que respete el silencio.
En Tablao Flamenco 1911, nuestro escenario centenario, honramos esa tradición. Aquí, el flamenco jondo no es parte del repertorio. Es el centro de todo.
Ven a vivir la verdad del Cante Jondo.
Te esperamos donde la historia y el duende todavía se dan la mano.