
José Escarpín y su récord Guinness en Tablao Flamenco 1911
El Récord Guinness del flamenco llega al tablao flamenco más antiguo del mundo: Tablao Flamenco 1911.
Hay muros que separan y muros que cuentan historias. Los del Tablao Flamenco 1911, el Teatro Villarosa, pertenecen, sin duda, a la segunda categoría. Antes de que la primera nota de guitarra rompa el silencio, antes incluso de que el primer tacón golpee la madera, el arte ya ha comenzado a hablar. Lo hace a través de la piel de cerámica que recubre nuestro templo: sus icónicos y espectaculares azulejos.
Muchos los admiran por su belleza, pero pocos conocen la profunda narrativa que esconden. No son un simple decorado; son el primer «olé» de la noche, el alma de Andalucía hecha materia en el corazón de Madrid y un testigo silencioso de más de un siglo de duende. Hoy, le invitamos a leer la historia que nos cuentan.
Lo primero que uno siente al entrar en el 1911 es que ha sido transportado. Las escenas representadas en los grandes paneles de azulejos no son casuales. Son postales de un sueño andaluz, un homenaje cerámico a los lugares que son la cuna y el alma del flamenco.
Observe con atención: podrá distinguir la imponente Giralda de Sevilla, siluetas de los patios de Córdoba, vistas de la Alhambra de Granada y escenas costumbristas que evocan la vida en los puertos y campos de Andalucía. Cada panel es una ventana a la geografía sentimental del arte jondo, un mapa visual que prepara el espíritu del espectador para el viaje sonoro que está a punto de comenzar. Fueron concebidos para que, en pleno Madrid, se respirara el aire del sur.
Estas obras de arte no son anónimas. Fueron creadas por algunos de los mejores artistas de su tiempo, destacando el maestro ceramista sevillano Alfonso Romero Mesa. En los albores del siglo XX, España vivía una corriente de «regeneracionismo» cultural, un redescubrimiento de sus propias raíces. El estilo neomudéjar y el regionalismo andaluz estaban en pleno apogeo, y el antiguo Villa Rosa se convirtió en su escaparate más deslumbrante en Madrid.
Romero Mesa y su taller no solo crearon azulejos; plasmaron una identidad. Utilizaron técnicas tradicionales para crear un espacio moderno y evocador, un lugar que fuera a la vez castizo y universal. El valor patrimonial de estas paredes es incalculable, siendo uno de los pocos conjuntos ornamentales de esta magnitud y calidad que se conservan intactos en la ciudad.
¿Pero cómo dialoga esta belleza estática con el arte vivo y efímero del flamenco? Ahí reside la verdadera magia. Los artistas que actúan en el 1911 no lo hacen frente a una pared vacía, sino arropados por un siglo de historia y arte.
Los azulejos no son un fondo, son un público. Su vibrante colorido parece responder al vuelo de una bata de cola; sus escenas históricas parecen asentir ante la profundidad de un cante por seguiriyas. Crean una atmósfera casi litúrgica, un «vientre materno» que protege la pureza del flamenco. Este diálogo silencioso entre la cerámica y el duende inspira a los artistas a dar lo mejor de sí mismos y sumerge al espectador en una experiencia sensorial total, donde la belleza entra por los ojos y los oídos en perfecta armonía.
El Tablao 1911 es, por tanto, un escenario dentro de otro escenario. Es un lugar donde el arte no solo se representa, sino que emana de su propia estructura.
La próxima vez que nos visite, le proponemos un juego: llegue unos minutos antes, pida una copa de vino y, simplemente, déjese llevar por las historias que cuentan nuestras paredes. Será el preludio perfecto para la explosión de emociones que vendrá después. No solo mire el escenario; deje que el tablao entero le hable.
Venga a vivir una experiencia donde el arte se ve, se escucha y se siente en cada rincón.